Me pierdo entre tus pilares y tu jardín. Me sacio del manantial que generosamente me brindas en las noches de otoño. Me sorprendes con las caricias de tus besos en lugares recónditos de mi cuerpo. Te rozo y me rozas, te siento y me sientes. Cuando nuestras almas se asoman curiosas al destino de la noche, suenan trompetas y clamores, lazos y colores. Una lluvia de auroras boreales nos envuelve y entonces tu, mi más dulce sueño inesperado me alcanzas hasta lo más profundo de mis entrañas, cuajadas de deseo por cada una y por separado de tus millones de células, vacuolas y mitocondrias, para mi ingeniosamente alineadas. Tu recuerdo yace perfectamente contorneado en mis neuronas, que en su excitación sin límite intercambian miles de enlaces sinápticos que chisporrotean de lujuria, pasión y sentimiento. Eres perfecta en tu imperfección. Desearía hacer nudos marineros que a su vez atraparan tu alma o tus almas con la mía o las mías. Dejarnos llevar por las corrientes del océano de los vientos, que a su vez nos mostrasen los mil y un viajes, los mil y un pueblos que, a tu lado recorrería en cada momento. ¡Que se alíen las corrientes con los vientos! ¡Pero que diablos! Que se retuerzan las tormentas con los sueños, que nuestra pasión se desdoble en el intento, de penetrar en el ojo del tornado y romper el tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario